El capitalista dedica su vida a transformar la riqueza infinita del conocimiento en la infinita miseria del dinero.  Franco Berardi

El curso corresponde al área teórico metodológica fundamental del ciclo de formación general de la Maestría. En tanto actividad de posgrado, los aportes específicos al perfil de las  y los maestrandos que el curso procura contemplan temas de índole filosófica para el afianzamiento de una perspectiva crítica y actualizada. Los núcleos centrales que conforman el eje de la asignatura refieren a la problemática de la filosofía del arte tal como han sido las principales contribuciones de los últimos años, aunque sin perder de vista las propuestas que vertebraron la disciplina estética a lo largo del tiempo. Las prácticas pedagógicas que se proponen se sustentan en el trabajo participativo de las y los maestrandos, a fin de reducir la exposición monológica de los temas. La condición de virtualidad en que se desarrollarán los encuentros permitirá compartir imágenes y videos como disparadores de la reflexión conjunta.

Intentaremos trazar (no sin sinuosidades) una precaria ontología del arte, de los materiales, de los gustos compartidos por las audiencias, de las tendencias de las culturas contemporáneas. La propuesta es armar una plataforma desde donde realizar  los análisis que las novedades tecnológicas reclaman. Tal empresa demanda una exploración arqueológica entre los términos y los prejuicios (que instalaron en las tradiciones académicas tales términos) para facilitar la comprensión de las cuestiones y agilizar las discusiones, aunque la delimitación de tal esfuerzo implique debates clausurados hace algún tiempo.

Partiremos con Heidegger de una constatación  central: la belleza no es algo que suceda adicionalmente a la verdad del ser, sino que forma parte del acontecer de la verdad. Dicho de otro forma, el arte no puede transcurrir al margen de la interacción, de la comunidad, del nosotros reunido bajo el mismo imaginario. Un imaginario hoy por hoy sostenido en la digitalización de las comunicaciones, que están reemplazando la conjuntividad por la conectividad, y la subjetividad ilustrada por las multitudes desindividualizadas.

Me han sugerido la apertura de este curso tres de los numerosos interrogantes que plantea la precariedad de las agencias culturales. Por empezar, esa experiencia tan actual de sentir que lo bello ha quedado reducido al agrado que promueven las superficies prolijas y pulidas. Por otro lado, la resistencia a creer que el mundo se ha vuelto transparente, que no hay secretos detrás de lo que se manifiesta en las destellantes pantallas de las llamadas redes sociales. Por último, ¿encontraremos energía para desplazarnos en procura de “la salvación de lo bello”?

Naturalmente, no se trata de exaltar etapas áureas de una humanidad que en la perspectiva eurocéntrica de Occidente viene pensándose a sí misma como decadente desde hace mucho más que dos décadas. Se trata de afirmar la herida, la vulneración, la fragilidad de lo humano como resguardo del arte frente a la mercantilización y al menoscabo que ocasionan las ideologías dominantes. Confío que al terminar el curso podamos entrever la reaparición del nosotros tras esa neblina compacta que despliega el ubicuo individualismo pasatista.

Admitiendo que el arte proponga una verdad (no necesariamente una sola), ¿cuál sería y qué funcionalidad se le podría reconocer de cara a la vulgaridad de una vida cotidiana dedicada a la reproducción o a la supervivencia?  Semejante amplitud de aspectos aconseja adoptar un método de aprehensión de estos fenómenos, con el cual pudiéramos manejar el inevitable reajuste de lo heterogéneo y lo volátil con que hemos de tropezar más de una vez. Utilizaremos, consecuentemente, el esquema metafórico de Sloterdijk: la espuma, la insustancialidad  metafísica por excelencia para trabajar la formulación (no la respuesta) de algunas preguntas fundamentales. ¿Es legítimo pretender que existe “lo bello” en el mundo capitalista del siglo XXI? ¿Con qué criterios seguir el curso de las transformaciones del arte contemporáneo sin esquivar las cuestiones clave de la cultura de masas -sobrepasadas o no- en la era digital de la sociedad de la información (hegemonía cultural, fabricación del consenso y resignación conformista)? ¿Podrían augurar horizontes optimistas los dispositivos digitales que apuntan a la concentración del control y manipulación de los gustos individuales?

Una aclaración preliminar que extraemos de la respuesta de Jean-Luc Godard cuando se  le preguntó si sus películas tenían un principio, un medio y un fin. «Sí —aseveró—, pero no necesariamente en ese orden.» El curso se plantea orbitar alrededor de reflexiones de distintas épocas y de perspectivas no coincidentes.  El orden de exposición no intentar seguir una cronología ni un destino definido. Apostamos por pensar la significación social inherente del arte y la cultura sin dogmatismos teóricos ni compromisos académicos. Revisaremos algunos films emblemáticos, muchas fotografías, algunas instalaciones, algunos relatos literarios, entre algunos otros planteos disruptivos.